jueves, 17 de septiembre de 2020

MIGUELINA CADOGAN: PUNTAJE MÁXIMO, EN VIDA

Escrito por: Santiago Caballero



El pasado martes, falleció Miguelina Cadogan, una de las máximas exponentes de las ciencias de la educación en nuestro país. Copio, sin rubor, el título creado por Lourdes Peralta para la entrevista realizada con Miguelina en ABC color en el año 2010: “Máximo puntaje, en vida”. Creo que es un resumen elocuente de su vida dedicada enteramente a la docencia y en la que el puntaje de honor no se consigna en números sino en testimonios, en ejemplos, dentro y fuera de las aulas.

¿Cómo no recordarla con su eterna sonrisa, puerta de entrada de su cordial trato, de su fina atención, de su permanente interés en el otro? Además, con el aura de la humildad, de quien no pretende un espacio, de quien no aspira ni loas ni premios, de quien pasa desapercibida aun cuando sus aportes sean siempre oportunos, bien fundamentados con el peso de la sabiduría alcanzada en las lecturas, en la escucha de los otros, en la experiencia.

Ella manifiesta que su primer espacio de aprendizaje de las ciencias y de los buenos comportamientos fue su hogar. Su papá es León Cadogan, el gran creador de la antropología paraguaya, profundamente compenetrado con la cultura de los aborígenes de su zona, el Guairá, y luego de todo el país. De León y María Paula, su mamá, con sus hermanos, aprendió, según cuenta, el profundo respeto, el amor, a los demás, de todas las edades y condiciones.

Mi amigo Miguel A. Verdecchia me cuenta un episodio de la vida de Miguelina que la pinta a cabalidad. Estamos en Villarrica, ciudad natal de ambos, en plena Dictadura. Una mañana en las paredes de las casas, en las murallas, aparecieron unas frases contra el tirano y la dictadura, los reclamos de las libertades y de los derechos conculcados. Para la Policía, sin duda, uno de los responsables era el marido de Miguelina; por lo tanto, fueron a la casa a tomarlo preso. Miguelina los recibió y le dijeron que venían a llevar a su esposo. Entonces, ella fue y lo aisó; este le dijo “Decíle que no estoy en casa”. Ella le respondió que no daría esa respuesta de ninguna manera pues faltaría a la verdad, sería una mentirosa. Me comenta Verdecchia que este episodio fue siempre la ilustración de sus clases para demostrar el valor de las convicciones, el imperativo de la verdad como norma de conducta, en las buenas y en las malas.

En la entrevista mencionada, Miguelina, cuenta sus investigaciones y sus propuestas de la educación a distancia como medio expeditivo para la formación y actualización de los maestros. Este aporte de la ilustre maestra, entre otros muchos, toma actualidad en la pandemia del Coronavirus y que podrá extender en el tiempo la vocación y la entrega de Miguelina a la educación dialógica, participativa, centrada en las realidades, con miras a la transformación de la persona, de la sociedad, en las alas de las nuevas tecnologías de la comunicación.

En el año 2014 el MEC le concedió el Premio a la Excelencia Docente “Profesora Adela Speratti y Profesor Indalecio Cardozo”. Miguelina, así, era reconocida como quien “ha construido un proyecto de vida orientado hacia la humanidad”. La vocación de la maestra guaireña quedó entonces y para siempre patente con su contribución testimonial de constructora, a través de la educación, de una sociedad paraguaya humana y humanizadora.

PD. Muchas gracias a Julio Bonnin Cadogan, dilecto exalumno, a los compañeros del Instituto Pedagógico de la UCA, donde tuvimos el honor de aprender de Miguelina, a todos los que colaboraron para esta nota, con datos y fotos. Ya al cierre, este aporte: “Miguelina era profundamente creyente, mariana. Nació el día de la Virgen de Luján y falleció el día de la Virgen de los Dolores”.

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