Escrito por: Santiago Caballero
“La imaginación y la
creatividad estimuladas por la literatura infantil levantan vuelo en un antiguo
avión convertido en biblioteca para acoger a diario a decenas de pequeños
ávidos lectores de Bolivia”, nos narra hoy, 31.07, Ultima Hora, EFE.
Y sigue: “El populoso
barrio de Wayrak’asa, en la ciudad central de Cochabamba, acoge al Biblioavión,
una imponente aeronave Convair T- 29B, cuya fecha de entrega se remonta a 1953,
según su placa de identificación serial. Por fuera luce como cualquier avión,
aunque los libros y la consigna La
lectura es mi locura, pintados en su exterior arrojan pistas de lo que se
encuentra por dentro”.
El pequeño suelto, perdido, casi imperceptible nos llena de
emoción y despierta en nosotros la sed de imitar las creaciones tendientes a
incentivar la lectura en los niños, los jóvenes, los adultos. Ante todo nos
enseña a dejar de lado ciertos complejos nacidos del auge de la tecnología.
Efectivamente cuando vemos la pasión de las nuevas generaciones por los
celulares, los tables y etc. nos sentimos cohibidos, queremos esconder las
propuestas del amor a los libros y a la lectura. Craso error. Las nuevas
tecnologías, ya lo dijeron los estudiosos, son extensiones del cuerpo y como tales mejoran, perfeccionan lo que el
libro, el primer producto de la industria cultural, ofrece a los ojos, a la
imaginación, a la inteligencia.
Efectivamente, dice Juan Carlos Ayala, Responsable de la Red
de Bibliotecas de Bolivia: “Los niños
sienten que están volando en el avión, obviamente a través de la lectura”.
Esto es, se trata de un medio, creativo, dinámico, audaz, que incentiva la
lectura, que promueve el amor a los libros. Por lo tanto, volar a través de los
espacios celestes en un avión es sólo una parte del vuelo de la imaginación por
las nubes, por los aires, en todos los tiempos de todo el universo.