Me preguntarás “¿a qué viene el título de este artículo?” Ya. Como recordarás la Hermana Regina es una religiosa argentina que fundó “Alcohólicos Anónimos”. Es una entidad cuyo propósito es ayudar a los que deseaban dejar el vicio del alcohol. Pues bien, José Luis era nuestro compañero de tareas en el diario “La Tribuna”, ya desaparecido. Llegaba a la redacción hacia las 11 de la mañana, entonces nunca faltaba una voz que le gritaba: “¡José Luis, te llamó por teléfono la Hna. Regina!” Y él, invariablemente respondía: “¡Yo no soy anónimo!”
Querido, José Luis, cómo olvidarte. Siempre elegantemente vestido, siempre cordial, ameno, conversador. Antes de sus labores ante la vieja máquina de escribir, lo rodeábamos para escuchar sus anécdotas, pareceres y opiniones, siempre originales, chispeantes.
Su personalidad sencilla, diáfana como un ysyry, se refleja en sus poemas. En ellas las palabras fluyen armoniosas, sin estridencias, coloquiales como fue siempre su trato. Lamento hoy que no contestaras a la Hna. Regina porque probablemente te teníamos más tiempo entre nosotros. Nos dejas tus poemas. Y este diciembre puede ser el tiempo propicio para sentirte como en las inolvidables tertulias en el viejo “La Tribuna”. Me parece escucharte:
“Este diciembre
-el tiempo de las uvas-
con perenne amistad hacia mí vuelve
y abre la entraña absorta del recuerdo
y me llena de paz
este diciembre”