Escrito por: Santiago Caballero
“Los nuevos muertos del día….”,
así encabeza el presentador del noticiario televisivo el anuncio proveído por
el Ministerio de Salud sobre los fallecidos por el Covid. Me pregunto: ¿hay,
entonces, muertos viejos? Probablemente, no. Se trata, nada más que del
obituario del día, mejor de ayer, que hoy vamos a conocer. Para más precisión,
no sabremos sus nombres, no viene al caso de un informe periodístico, sabremos
sí cuántos son, qué cifra alcanzan los anónimos, los sin nombre, los que nos
dejaron para siempre.
Ciertamente, no es muy feliz el
título de “los nuevos muertos”. Los muertos son siempre nuevos, se van en el
día señalado, no antes ni después, no “en la víspera”, como dice nuestra
cultura popular. Aunque uno se entere al día siguiente, no son ni nuevos ni
viejos. Ayer me enteré que mi amigo Alejandro murió a causa del Coronavirus
hace más de quince días. Me quedé sin habla. Pero, a pesar de mi dolor, él se
fue en el día señalado, no antes ni después, así me entere yo un mes después,
para mi desazón, para mi sorpresa.
Pareciera, amigos, que no tomamos
hina en serio las guadañas de la muerte del Covid. Así, anuncian, pomposamente,
que se reanudan las clases presenciales en la educación primaria y secundaria.
Pero, al mismo tiempo, recuerdan que hay más de 450 escuelas cuyos techos o
paredes pueden desplomarse en cualquier momento. O sea, sin ser pájaros de mal
agüero, muchos niños, en el 2021, estarán expuestos a morir no de Coronavirus
sino aplastados por ladrillos, tejas, tejuelas y etc.
No nos extrañe, entonces, en la
misma línea, que muy pronto, en un sapyaité, permitirán que se llenen los
estadios de fútbol para seguir al club de sus amores. Es que los dividendos
para esta millonaria empresa no puede des-oir el clamor de las multitudes que
quieren gritar los goles de su equipo así como los improperios a las mamás de
los árbitros cuando indican alguna falta contra su equipo, sin importar que sea
legítima o que el var valide el pitazo. En otras palabras, pareciera que con el
fútbol se tomarán las determinaciones muy a contramano de lo que indican las
necesarias previsiones para evitar los contagios masivos.
Basta mirar los noticiarios de
los lunes, leer los de los diarios y escuchar los de las radios, para lamentar
los casos de muertos y heridos en las rutas; las más de las veces son
“accidentes” debidos a los excesos de la velocidad o de la consumición de
bebidas alcohólicas de los irresponsables conductores. Estas muertes son “nuevas”
en cuanto a los sujetos a quienes afecta, para siempre; sin embargo, son
estilos de muerte nada “nuevos”, se repiten día a día, de fin de semana a fin de
semana. Mucho antes del Covid ya enlutaban a cientos de familias o dejaban tullidos,
impedidos, a otros cientos de compatriotas.
Los “nuevos” muertos por el
Coronavirus son los anónimos que engrosan, diariamente, las cifras de los
fallecidos. Por favor, que la peste no nos acostumbre a la muerte, al dolor, a
la soledad, a la desolación. Que si las autoridades no son capaces de ayudar a
recuperar la salud o les interesa más las ganancias a obtener en esta nefasta
coyuntura, que los ciudadanos, todos, busquemos y promovamos todos los medios
para acercarnos más los unos a los otros, los conocidos y no conocidos; que
fomentemos la projimidad porque todos debemos estar preparados para ser
próximos a todos. Para ello, que nuestras manos estén siempre abiertas para
estrechar las manos de los demás.