El 20 de junio, se celebra el 27° aniversario de la Constitución Nacional. Hace 27 años que está en vigencia la Ley Fundamental que se constituye en la madre de todas las leyes, las raíces de todas las otras normativas y que garantiza la convivencia pacífica, el desarrollo inclusivo, el progreso y el bienestar para todos los paraguayos y para cuantos se instalan en el país.
En 1989 se dio fin al totalitarismo, a la intolerancia política, a los exclusivismos de sectores privilegiados para dar paso a una nueva convivencia social en el marco del Estado de Derecho. Para garantizarlo, el Congreso convocó a la Convención Constituyente mediante la Ley n° 18/ 1991. Los ciento noventa y ocho convencionales, elegidos por el voto popular, trabajaron hasta lograr el objetivo propuesto, una Nueva Carta Magna destinada a regir los destinos del país en la ruta de la democracia, de la participación, de la implementación de los principales mecanismos instituciones como garantes del proceso.
“La Carta Magna, como puntos sobresalientes, reafirma la independencia y la autodeterminación de la República del Paraguay, en el contexto de un orden jurídico supranacional; proscribe la dictadura y adopta la democracia representativa, participativa y pluralista. Declara al estado paraguayo como un “Estado social de Derecho” que reconoce plenamente los Derechos Humanos en sus generacionales manifestaciones (civiles, sociales, económicas, culturales y solidarias). Incorpora, asimismo, entre otras novedades, instituciones como la Vicepresidencia de la República, el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, el Consejo de la Magistratura, la Contraloría General de la República, la Defensoría del Pueblo y el Ministerio Público” (del libro Plenaria de Diario de Sesiones, Tomo I, Vol. 1. Ediciones del Congreso Nacional, 2009)
Al celebrar este nuevo aniversario, será muy saludable que toda la ciudadanía valore esta instancia fundamental de la nueva historia del país. En segundo lugar, para analizar lo que falta por mejorar, por incorporar para impulsar los caminos y los medios abiertos aquí para efectivizar la democracia política y, al mismo tiempo, la democracia social. Convenzámonos a su vez para ello que no hay marcos constitucionales perfectos y acabados sino perfectibles. Y para en base a esto aportar, participativamente, las nuevas ideas a incorporar, así como los nuevos derroteros necesarios para la permanente renovación de la Patria y sus instituciones en el siglo XXI.
Este es el gran quehacer al que todos debemos abocarnos basados en el respeto a las distintas posiciones y sobre todo en el ideal de incorporar lo mejor de los aportes para el bien de todos.
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