jueves, 28 de noviembre de 2019


CUANDO INCENDIAN LAS BIBLIOTECAS, CUANDO ENCEGUECEN A LOS JÓVENES


Seguimos con mucho pesar los acontecimientos en varios países de la Patria Grande, nuestra América. Chile, Bolivia, Colombia, Haití…, son escenarios de pacíficas manifestaciones y crueles represiones de los ciudadanos en manos de la policía, del ejército. Aún tiemblan mis dedos cuando escribo sobre dos tipos de sucesos en estas confrontaciones: la quema de la frondosa biblioteca del ex vicepresidente boliviano y, ni qué decir, de los más de doscientos jóvenes chilenos ciegos o tuertos por el impacto de los proyectiles de la policía. Uno de estos heroicos jóvenes declaró: me quitan los ojos para no ayudar a mis pares a ver las injusticias que cometen los dueños del poder.
Te confieso que no puedo contener las lágrimas. En pleno siglo XXI no hemos superado la intolerancia, al punto que el que  no está de acuerdo con una idea, con una visión de la sociedad, se convierte en un enemigo. Por lo tanto, las fuerzas del orden (¡) tienen la consigna de dejarlo ciego, tuerto, malherido, muerto. Más aún, en alguna parte y en algunos poderes, tales consignadas son sacralizadas porque así ndajé cumplen la voluntad de Dios.

Es también muy significativa la quema de la biblioteca del político. “Era estupendo quemar”, es la frase con la que se inicia la novela “Fahrenheit 451” que escribió Ray Bradbury en 1953. Narra los avatares de un grupo de rebeldes que ante la consigna oficial de quemar todos los libros asumen una especial forma de oposición: cada miembro debía leer un libro y aprenderlo de memoria a fin de salvarlo de la quemazón. Un sector de los hermanos bolivianos piensa y actúa también como que los libros son peligrosos, son objetos subversivos y más aún en manos de los políticos, de los políticos que propician la superación de las discriminaciones, de las injusticias y se embanderan con las causas de la justicia, de la inclusión.

“Timeo hominem unius libri”, reza un adagio latino. España ñeéme: “Temo al hombre del libro único”. O sea de aquel que lee permanentemente un valioso libro de cabecera, el texto que le enseña de forma esencial las grandes verdades y que le encamina a bien usar los otros cientos o miles. Es muy saludable enterarse  que existen políticos que leen. Que tienen bibliotecas en sus casas. Y, sobre todo, que algunos nutren su compromiso por el bien, por el progreso de su pueblo, en los sabios textos que encaminan tal propósito.
Cuidemos y enriquezcamos nuestras bibliotecas. Las de los políticos. Las de los ciudadanos. Cuidemos los ojos de los jóvenes que buscan verdad y justicia. Me gustaría viajar a Chile, conocer a unos o a uno de los jóvenes enceguecidos por las balas asesinas de los defensores del orden. Porque quiero que la luz que le falta a sus ojos pero que irradian sus testimonios me alumbren el camino de la justicia, de la paz, del bienestar de la gente de la Patria Grande.

Santiago Caballero
Bahía de la Asunción, 28.11.19  

1 comentario:

  1. Excelente escrito mi querido Santiago. Es bueno difundir este tipo de lecturas entre los jóvenes estudiantes!

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