Escrito por:
Lic. Santiago Caballero
Las pasadas semanas, la Biblioteca y Archivo Central del Congreso Nacional (BACCN) fue el escenario de las “Vacaciones Inolvidables”. Se trata de un plan en el que día a día se presentaron y vivieron distintas expresiones de las artes, del folklore, de las tradiciones, de los juegos, de las tecnologías, lo decimos en un intento de sintetizar lo desgranado en las dos semanas. El público infantil y juvenil no se amilanó a pesar de los días más fríos del año y participó, con gran entusiasmo, de las distintas propuestas.
Pero, me preguntarás, ¿qué tiene que ver todo eso con los libros? O, ¿Pero, qué tiene que ver todas esas actividades con la Biblioteca? A nuestro juego nos llamaste. Ante todo, queremos romper con las viejas y estereotipadas imágenes y sentires sobre las bibliotecas.
Así son algunas: lugar de gente rara, escuchaste decir ¿“las ratas de biblioteca”? Es un salón o un edificio donde sólo reina el silencio, la quietud para que algunos privilegiados, estudiantes o estudiosos, se quemen las pestañas tras los viejos volúmenes, tras los papiros centenarios.
Antes que nada te diré que todo eso tiene su lado positivo. Es importante que existan las bibliotecas con espacios amplios, saludables, limpios, acogedores, aptos para la lectura, la investigación. Y, con un ambiente donde reine el silencio, la paz, motivadores del recogimiento, de la concentración. Todo esto lo propiciamos antes, ahora y siempre.
Pero, al mismo tiempo, pretendemos más. Los libros no son solo una invitación al individuo, a la persona, separada de su entorno, de su realidad familiar y social. Por eso, en las vacaciones de invierno optamos por los niños y los jóvenes.
En medio del paréntesis de sus tareas escolares, les ofrecimos las muy variadas alternativas de los libros que van mucho más allá de la sola lectura; en ellos, se manifiestan las distintas formas de las expresiones corporales, de la danza, del dibujo, de la pintura, de la música, de las narraciones orales, de los juegos, de la vestimenta, de la comida, incluso. Todo eso y más están en los libros. Pero toman vida, presencia, movimiento, según la propuesta que busca la participación de todos los convocados.
Fueron jornadas inolvidables. A repetir. Nos movilizaron a todos. Los serios y sesudos compañeros y compañeras, desde los más jóvenes a los menos jóvenes, mudaron muebles, prepararon y cocinaron los mbejús, el cocido y el infaltable pororó para las sesiones de cine.
Nada de frío, campeó el calor por la renovación, el nuevo aprendizaje, la nueva biblioteca. ¡Enhorabuena!
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