Escrito por: Santiago Caballero
Como ya saben, la Biblioteca y Archivo Central del Congreso por disposición de las autoridades sólo atiende las consultas por internet. Los salones cerrados y los funcionarios ausentes se suman a las medidas preventivas para impedir los contagios del Coronavirus. La rapidez de las decisiones han impedido que planificásemos algunas formas concretas de interacción con los usuarios aunque, te repito, las redes sociales están a disposición. En esos días y hasta nuevo aviso tampoco, por lo tanto, nuestra sección Infanto Juvenil realiza actividad alguna, así como el Club de Lectura fácil para los discapacitados.
Ayer, hice una pequeña transgresión a la cuarentena. Crucé el
pequeño cercado que separa mi casa del
domicilio de mis sobrinos para charlar con Benjamín, mi sobrino nieto. Se aprestaba
a jugar con su mamá una serie televisiva
para niños de corta edad. Escuché, previamente, esta conversación con su mamá:
Benja, vamos a jugar y esta vez yo voy a ganar. Benja le respondió: No, mamá
vamos a ganar los dos.
Esta frase me llamó poderosamente la atención. ¿Puede haber
en un juego con más de un ganador?, ¿no
es la regla sacrosanta, invariable e incuestionable que siempre haya un ganador
y un perdedor, sea un individuo o un equipo? Esta regla se aplica sin
excepciones tanto a los juegos deportivos como a todos los otros tipos de
juegos.
Entonces, la mamá me explicó. En este juego, el personaje
central da las pistas para ganar, ofrece ayudas para quienes se retrasan o
tuvieron un percance, cuestiona al o a los que quieren trampear; asimismo, en
cada serie les ofrece a los participantes unas enseñanzas sobre temas
concretos, como mecánica, construcción, composturas diversas….Sinceramente, me
quedé boquiabierto.
Ante todo, soy un miembro de la generación X o sea gente antes de la informática, pero no en contra. Sin embargo, lo real es que, como casi
todos los de mi generación, portamos una especie de desconfianza a todo lo
cibernético; por lo tanto, en este caso
concreto de un simple juego infantil, lo primero que pensaba es que éste como
todos los otros serían los baluartes de los valores y usanzas tradicionales en
nuestra educación hogareña y colegial. En estas, como sabés, se propicia hasta
el cansancio la competencia individual y se premia al que más sabe, al que
tiene las máximas calificaciones, el que más goles o tantos anota en el fútbol
o en el básquetbol.
Las tecnología, los juegos electrónicos y televisivos incluídos, nos dan, pues, la gran oportunidad
de sembrar en las nuevas generaciones, y de paso en las no tan nuevas, los
auténticos valores humanísticos como la solidaridad, el compartir, el trabajo en equipo; todos ellos son los
únicos que nos darán la verdadera satisfacción de los juegos, de las gestiones,
con los demás, para los demás. En definitiva, crear, propiciar, las bases de un
mundo y de una sociedad diferentes, donde la persona no sea un número, una
ficha a competir, sino un sujeto de
derechos, de deberes, de obligaciones.
Benja me enseña su colección de dinosaurios y sus especies; así, el tinosauriorex, el
espinosaurio, el veloxiraptor… Me muestra la colección de los coches blazes con
quienes precisamente se dan los juegos cuyo mecanismo te describí.
Ante el covid – 19 y su peligrosa y mortífera expansión hemos
escuchado y visto por la televisión, en todos los países, en todos los idiomas,
que no basta el mejor sistema de salud si no hay solidaridad conducente al
compromiso comunitario de la prevención. Ahora ya sé, los juegos electrónicos
infantiles pueden ser buenas herramientas para que tanto nosotros los adultos,
como los de las nuevas generaciones, asumamos la vida y los problemas de la salud en la línea de la solidaridad. Los otros, los
demás, no son nuestros competidores sino nuestros aliados, nuestros
compañeros en el caminar por la vida y con quienes construimos la
fraternidad, la sociedad diferente.
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