martes, 31 de marzo de 2020

Ante el Covid–19: Perdemos o ganamos todos


Escrito por: Santiago Caballero

Como ya saben, la Biblioteca y Archivo Central del Congreso por disposición de las autoridades sólo atiende las consultas por internet. Los salones cerrados y los funcionarios ausentes se suman a las medidas preventivas para impedir los contagios del Coronavirus. La rapidez de las decisiones han impedido que planificásemos algunas formas concretas de interacción con los usuarios aunque, te repito, las redes sociales están a disposición. En esos días y hasta nuevo aviso tampoco, por lo tanto, nuestra sección Infanto Juvenil  realiza actividad alguna, así como el Club de Lectura fácil para los discapacitados.

Ayer, hice una pequeña transgresión a la cuarentena. Crucé el pequeño cercado que separa  mi casa del domicilio de mis sobrinos para charlar con Benjamín, mi sobrino nieto. Se aprestaba a jugar con su mamá  una serie televisiva para niños de corta edad. Escuché, previamente, esta conversación con su mamá: Benja, vamos a jugar y esta vez yo voy a ganar. Benja le respondió: No, mamá vamos a ganar los dos.

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Esta frase me llamó poderosamente la atención. ¿Puede haber en un  juego con más de un ganador?, ¿no es la regla sacrosanta, invariable e incuestionable que siempre haya un ganador y un perdedor, sea un individuo o un equipo? Esta regla se aplica sin excepciones tanto a los juegos deportivos como a todos los otros tipos de juegos.
Entonces, la mamá me explicó. En este juego, el personaje central da las pistas para ganar, ofrece ayudas para quienes se retrasan o tuvieron un percance, cuestiona al o a los que quieren trampear; asimismo, en cada serie les ofrece a los participantes unas enseñanzas sobre temas concretos, como mecánica, construcción, composturas diversas….Sinceramente, me quedé boquiabierto.

Ante todo, soy un miembro de la generación X o sea gente  antes de la informática, pero no en  contra. Sin embargo, lo real es que, como casi todos los de mi generación, portamos una especie de desconfianza a todo lo cibernético;  por lo tanto, en este caso concreto de un simple juego infantil, lo primero que pensaba es que éste como todos los otros serían los baluartes de los valores y usanzas tradicionales en nuestra educación hogareña y colegial. En estas, como sabés, se propicia hasta el cansancio la competencia individual y se premia al que más sabe, al que tiene las máximas calificaciones, el que más goles o tantos anota en el fútbol o en el básquetbol.
Las tecnología, los juegos electrónicos y televisivos  incluídos, nos dan, pues, la gran oportunidad de sembrar en las nuevas generaciones, y de paso en las no tan nuevas, los auténticos valores humanísticos como la solidaridad, el compartir,  el trabajo en equipo; todos ellos son los únicos que nos darán la verdadera satisfacción de los juegos, de las gestiones, con los demás, para los demás. En definitiva, crear, propiciar, las bases de un mundo y de una sociedad diferentes, donde la persona no sea un número, una ficha a competir,  sino un sujeto de derechos, de deberes, de obligaciones.

Benja me enseña su colección de dinosaurios  y sus especies; así, el tinosauriorex, el espinosaurio, el veloxiraptor… Me muestra la colección de los coches blazes con quienes precisamente se dan los juegos cuyo mecanismo te describí.

Ante el covid – 19 y su peligrosa y mortífera expansión hemos escuchado y visto por la televisión, en todos los países, en todos los idiomas, que no basta el mejor sistema de salud si no hay solidaridad conducente al compromiso comunitario de la prevención. Ahora ya sé, los juegos electrónicos infantiles pueden ser buenas herramientas para que tanto nosotros los adultos, como los de las nuevas generaciones,  asumamos  la vida y los problemas de la salud  en la línea de la solidaridad. Los otros, los demás, no son nuestros competidores sino nuestros aliados, nuestros compañeros  en el caminar por  la vida y con quienes construimos la fraternidad, la sociedad diferente.

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