jueves, 18 de junio de 2020

Necesitamos la ley contra la discriminación

Escrito por 
Santiago Caballero

En el año 2005 las Comisiones de Equidad, Género y Desarrollo Social, del Senado y de Diputados; la de Derechos Humanos y Asuntos Indígenas, de Diputados; el Centro de Documentación y Estudios (CDE) y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) produjeron, con los aportes de destacados cientistas sociales, el libro “DISCRIMINACIONES. Debate teórico paraguayo. Legislación antidiscriminatoria”.


DISCRIMINACIONES. Debate teórico paraguayo / Legislación ...
Este libro, y el movimiento que lo originó y produjo, es el compendio de los análisis sobre las discriminaciones en la población paraguaya, sus orígenes, sus arraigos. Lastimosamente esos aportes no desembocaron en el objetivo final: la Ley contra toda forma de discriminación. Vendrán otros tiempos en los que se patentice su urgencia, su necesidad perentoria. Mientras, el libro es una joya, una verdadera fuente de primera calidad para adentrarse en cómo nuestra cultura está impregnada de mentalidades y prácticas discriminatorias, como, lastimosamente, la mayoría de las culturas. Y, que para hacerlas frente una ley específica será un instrumento altamente útil como lo es en la mayoría de los países del orbe.

El cruel asesinato del ciudadano negro George Floyd, el 25 de mayo pasado, en Mineápolis, en manos de un policía ante la mirada cómplice de otros tres, desencadenó las movilizaciones de protesta tanto en los Estados Unidos como en el mundo entero. Se interpretó así como la desaprobación del uso de la violencia de las llamadas “fuerzas del orden” basada en el odio racial. Y que se constituía en uno de los crímenes ya comunes contra los afrodescendientes, los latinos, los indígenas y, últimamente, los  de origen árabe. Los que, en síntesis, son la prolongación de las costumbres discriminatorias desde la esclavitud pues, en la práctica, los miembros de las culturas mencionadas si bien ganaron ya hace décadas sus derechos ante los tratos discriminatorios, en la práctica viven o perviven con diversas formas de restricciones, sobre todo en sus posibilidades a salir de la pobreza, a acceder al trabajo, a vivir en barrios y  ambientes dignos.

Es hora que nuestro país retome el propósito de la sanción de la Ley contra toda forma de discriminación. Con el texto mencionado al principio, ya se echaron las semillas que esperan el abono necesario para germinar. Será una forma de unirnos a las voces que en todo el mundo claman por el fin de la esclavitud en todas sus formas. Hace poco el poco el Arzobispo de Canterbury, Justin Welly, declaró: “La acción de reconciliación requiere justicia, no mero olvido, y una profunda transformación de nuestras sociedades. El racismo es un insulto a Dios; todos debemos poner de nuestra parte para eliminar este flagelo de la humanidad”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario