Escrito por: María del Carmen Baéz
19 de mayo de 2004
Fallece Elvio Romero, poeta-escritor paraguayo
Nacido en Yegros, Departamento de
Caazapá, Paraguay, 1 de diciembre de 1926 – Fallecido en Buenos Aires, Argentina, 19 de mayo de 2004, con 78 años de
edad.
Luego de la guerra civil de 1947 se
ve forzado, con escasos 21 años, y como tantos otros, a abandonar a la que él
mismo llama «nuestra profunda tierra». Desde entonces y hasta su fallecimiento,
no volvió a residir en el Paraguay. Viajó incansablemente alrededor del mundo,
desempeñando tareas editoriales, pronunciado recitales y conferencias en varios
centros culturales de América, Asia y Europa. Jamás olvidó a su patria y a los
suyos y las inflexiones de su voz, al decir como pocos poetas su propia poesía,
tienen un timbre inconfundiblemente paraguayo.
Lo que caracteriza la poesía de Elvio
Romero es su sabor a tierra, a madera, a agua, a sol, el rigor con que trata
sus temas, no abandonándose ni un solo momento a la facilidad del verso, y el
querer interpretar el drama de su país joyoso de naturaleza y triste de
existencia, como muchos de nuestros países.
Pocas voces americanas tan hondas y
fieles al hombre y sus problemas, y por eso universal. Poesía invadida, llamo
yo a esta poesía. Poesía invadida por la vida, por el juego y el fuego de la
vida. Pero no la vida como la concibe el europeo, chato siempre ante nuestro
mundo maravilloso y mágico, sino como la concebimos nosotros. Elvio Romero,
como todos los auténticos poetas de América, no tiene que poblar un mundo vacío
con su imaginación. Ese mundo ya existe. Interpretarlo es su papel, lo real es
lo poético en América, no lo imaginado o ficticio.
Y por eso se nos queda tanta
geografía dispersa en flores, en astros, en piedras, en aves, cuando leemos los
poemas de este inspirado poeta paraguayo. Por los intersticios de tanto
prodigio como va cantando, se escapa el dolor de los pueblos, gemido y
protesta, pero también esperanza y fe. Pero estos sentimientos y pensamientos
nacidos del paisaje que se torna lúcido y que por momentos llegan a ser
opresores, son rotos por el poeta que los «nombra». Romper el encantamiento
«nombrándolos» es el arte de Elvio Romero, el encantamiento natural, ya que son
transpuestos a sus poemas en el logro de otro encanto, el de la poesía, el
sobrenatural.
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