martes, 26 de octubre de 2021

Las vacunas, siempre las vacunas

Escrito por: Lic. Santiago Caballero

En plena pandemia del Covid, desde el año pasado, los organismos mundiales de la Salud indicaron, incansablemente,  que la única manera de prevenir el mortífero virus era la vacuna. Paralelamente, sin mediar tiempo ni formas, se desencadenó una agresiva campaña en contra de las vacunas. Los argumentos esgrimidos iban desde los políticos-ideológicos, a los de la  anticiencia y hasta a los maltrechos argumentos de una teología profundamente dudosa y fundamentalista. Así, dijeron, que ya el virus fue programado desde países poderosos  con las pretensiones de diezmar la población mundial e instalar los poderes  hegemónicos, por supuesto, para aumentar sus caudales.  La anticiencia se basa en el argumento expuesto anteriormente aquí  y  que también las organizaciones  mundiales de la salud y la industria farmacéutica son, supuestamente, sus aliados; al mismo tiempo, echan un manto de silencio a todo lo logrado como la erradicación de la poliomelítis, entre otras plagas vencidas para siempre jamás gracias a la ciencia.  Finalmente, el argumento ñembo teológico se remite al poder omnipotente cuyo solo reconocimiento ahuyenta todo los males conocidos y por-venir. Con todo respeto, como creyente, lo dejo ahí con la promesa de explayarme en otra ocasión, (en contra, por supuesto).




En estos días de un octubre muy particular, con mañanitas frías y tardes calurosas, anuncian desde Salud Pública que estamos en peligro de “una tercera ola” de la peste. Y, nos cuentan, que la totalidad de los infectados en los últimos días nunca recibió una vacuna. Este dato echa por tierra todas los erráticos argumentos contra los inmunizadores.  La síntesis es por demás certera: si no te vacunás te exponés, inevitablemente, a contraer el virus; lo demás, ya conocés: es tu decisión, pero irresponsable pues te exponés vos, exponés a tus seres queridos, a tus amigos, a tus compañeros de trabajo. El resto ya también lo conocés:  la mayor o menor gravedad de la enfermedad que sufrirás dependerá de tu situación sanitaria personal, o sea, los problemas de la presión, la obesidad, los relacionados a los bronquios, a los pulmones.

Ya te comenté alguna vez que tengo muy buenas e inolvidables experiencias en mi paso laboral  por la salud pública; la ministra, la primera mujer, Cinthia Prieto Conti, me invitó a formar parte del equipo, pasé a ser el primer comunicador paraguayo integrado a los programas de la salud pública. Fue una experiencia maravillosa. A propósito de las vacunas recordé un acto realizado con motivo de la conmemoración de la erradicación en el país de la poliomelitis. Participó una joven considerada como una de las últimas víctimas del terrible mal. Su testimonio conmovió a todos pues expuso las desdichadas circunstancias que impidieron su vacunación a tiempo; pero, asimismo, nos manifestó sus luchas diarias para vencer a las secuelas, su optimismo al estar viva, su apoyo a los programas de vacunación. Todos coincidimos entonces que el final, para ella, debió ser más feliz y que nadie ni nada debe impedir que gocemos, que gocen todos los ciudadanos con un bien ganado por y para la salud de todos.

Me dijo una muy querida amiga, contraria a la vacunación contra el Covit:  vos sabés qué es lo que te están inoculando? Es la síntesis de su postura: que ignoramos lo que nos innoculan perversamente. Pero, ahora, con más tranquilidad, me pregunto: ¿cuando busco un calmante, por algún dolor corporal, antes de solicitarlo, antes de consumirlo, sé qué contiene el fármaco? Lo mismo me pasa con el antigripal, con el gel para la piel. Los uso porque un médico me los indicó y ya, efectivamente, desconozco sus componentes.

Entonces, el gran argumento es que se ha comprobado en el mundo entero que la vacuna anticovit funciona, que es el mejor de los preventivos. Lo que ocurre en estos días en nuestro país es una prueba irrefutable: los no vacunados son los más expuestos, se arriesgan  a morir más fácilmente que los ya vacunados.

Dice un viejo refrán latino: Al inteligente, pocos argumentos. A los que que no quieran entender, nada.

Que disfrutes de la vida. Tenés el derecho a ser feliz y uno de los requisitos fundamentales es gozar de una buena salud. Te lo deseo de todo corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario