Escrito por: Lic. Santiago Caballero
Hace unos días, me encontré con un pequeño pero útil y hermoso recuerdo de los compañeros de Archivo Legislativo del Senado. Se trata de un anotador de escritorio con dos elementos fundamentales para la tarea diaria: el calendario y los pequeños papeles para las anotaciones. Está intacto.
Entre los miles de enseres de mi
mesa de trabajo y de los muebles adyacentes, estaba perdido, olvidado. El
hallazgo me impactó. Es como si el Covid-19 hubiese detenido el tiempo, luce en
mi chusco papelero el calendario 2020.
Sin embargo, la fina cortesía de
los compañeros de Archivo del Senado ayuda a revivir algunas reflexiones siempre
oportunas. Ante todo, el obsequio no pierde ni perderá su vigencia. Los
papelitos para las anotaciones urgentes, para los deberes a realizar el
ayuda-memoria breve, no pasan, son siempre útiles y necesarios. De hecho, al
ocupar un lugar en el escritorio ya forma parte de los enseres en uso
permanente.
Sin embargo, he decidido realizar
una variante. No cambiaré el calendario 2020. Quedará ahí, tal como vino. Es
que es un año muy particular. Es el año que nos globalizó con una pandemia, con
los temores, angustias, necesidades, malos ratos, inherentes a la peste. El
2020 pasa ya a la historia de la humanidad como el año de miles, de millones de
muertes y que deja al descubierto la impotencia, la soledad, el dolor, de
habitantes de los países llamados del Primer Mundo, o mejor, ricos, tanto como
a nosotros los de los terceros mundos, pobres, muy pobres, miserables.
Sí, el calendario 2020 quedará en
mi papelero. Será el oportuno y permanente recordatorio de un año signado por
el dolor ante la pérdida de conocidos, de amigos, de parientes, así como de
conocidos de conocidos, de amigos de amigos, de parientes de parientes. Nos ha
obligado a asumir el dolor, cercano o lejano, el quebranto ante la muerte, para
muchos inevitable para otros evitable pero también fatal por la falta de
medios, de remedios, de médicos y un largo etcétera.
Pero en medio de la pandemia que
ya sobrepasa el 2020 para instalarse en el 21, no hemos perdido la alegría, el
festejo de los cumpleaños, de los aniversarios, de los logros. Hace unos días en la Biblioteca recordamos el
cumpleaños de la Directora General, la Lic. Evangelina Cabrera. Como siempre,
todos, nos acercamos, con nuestros mejores deseos de felicidades, de paz y de
amor. Es una sanísima, repetida, hermosa costumbre, en la que nadie queda
fuera. Por mensajes de voz o escritos, todos en cada cumpleaños nos sentimos
cercanos, compañeros, amigos. Por eso los regalitos, los globos, las
guirnaldas, en la oficina o el escritorio del homenajeado. Un calendario
especial exhibido en un lugar donde todos pasan ayuda a que nadie quede fuera.
Y, a su momento, se brinda, se canta e incluso se baila cuando Mari, Cristina,
María del Carmen, las más jovencitas, inician la danza karapé.
A mediados del siglo pasado,
nuestro país comenzaba a entrar en la globalización cultural. Las gaseosas
internacionales, de la mano de una campaña publicitaria imponente logró el
réquiem de las gaseosas de cuño nacional y de paso, también el de los jugos
naturales. Asimismo, comenzó el inglés a ser el idioma de enseñanza obligatoria
en los colegios. Así es que a la par que las colas, el inglés era el idioma
chuchi que había que estudiar, hablar e incorporarlo a la vida.
Pues bien, el inolvidable poeta,
periodista, escritor, dramaturgo, José Luis Appleyard escribía en un diario una
columna que oficializaba el castellano paraguayo; con la genialidad y picardía
que lo caracterizan un día describió lo que ocurrió y se cantó en una serenata
de cumpleaños cerca de su casa. Dice José Luis que durante un momento, los
serenateros cantaron: “¡Apio verde, tujú…Apio verde, tujú…! Así,
tradujo en paraguayo el “happy birthday to you” de los actualizados
serenateros.
No perdamos nunca la cordialidad, las buenas relaciones, los buenos tratos. No perdamos el coraje de aportar, de participar, la erradicación de las injusticias, de la corrupción. Son desafíos antes, durante y después de la pandemia, que debemos enfrentar en solidaridad y con alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario