martes, 9 de marzo de 2021

Los calendarios de la pandemia

 Escrito por: Lic. Santiago Caballero

Hace unos días, me encontré con un pequeño pero útil y hermoso recuerdo de los compañeros de Archivo Legislativo del Senado. Se trata de un anotador de escritorio con dos elementos fundamentales para la tarea diaria: el calendario y los pequeños papeles para las anotaciones. Está intacto.

Entre los miles de enseres de mi mesa de trabajo y de los muebles adyacentes, estaba perdido, olvidado. El hallazgo me impactó. Es como si el Covid-19 hubiese detenido el tiempo, luce en mi chusco papelero el calendario 2020.




Sin embargo, la fina cortesía de los compañeros de Archivo del Senado ayuda a revivir algunas reflexiones siempre oportunas. Ante todo, el obsequio no pierde ni perderá su vigencia. Los papelitos para las anotaciones urgentes, para los deberes a realizar el ayuda-memoria breve, no pasan, son siempre útiles y necesarios. De hecho, al ocupar un lugar en el escritorio ya forma parte de los enseres en uso permanente.

Sin embargo, he decidido realizar una variante. No cambiaré el calendario 2020. Quedará ahí, tal como vino. Es que es un año muy particular. Es el año que nos globalizó con una pandemia, con los temores, angustias, necesidades, malos ratos, inherentes a la peste. El 2020 pasa ya a la historia de la humanidad como el año de miles, de millones de muertes y que deja al descubierto la impotencia, la soledad, el dolor, de habitantes de los países llamados del Primer Mundo, o mejor, ricos, tanto como a nosotros los de los terceros mundos, pobres, muy pobres, miserables.

Sí, el calendario 2020 quedará en mi papelero. Será el oportuno y permanente recordatorio de un año signado por el dolor ante la pérdida de conocidos, de amigos, de parientes, así como de conocidos de conocidos, de amigos de amigos, de parientes de parientes. Nos ha obligado a asumir el dolor, cercano o lejano, el quebranto ante la muerte, para muchos inevitable para otros evitable pero también fatal por la falta de medios, de remedios, de médicos y un largo etcétera.

Pero en medio de la pandemia que ya sobrepasa el 2020 para instalarse en el 21, no hemos perdido la alegría, el festejo de los cumpleaños, de los aniversarios, de los logros.  Hace unos días en la Biblioteca recordamos el cumpleaños de la Directora General, la Lic. Evangelina Cabrera. Como siempre, todos, nos acercamos, con nuestros mejores deseos de felicidades, de paz y de amor. Es una sanísima, repetida, hermosa costumbre, en la que nadie queda fuera. Por mensajes de voz o escritos, todos en cada cumpleaños nos sentimos cercanos, compañeros, amigos. Por eso los regalitos, los globos, las guirnaldas, en la oficina o el escritorio del homenajeado. Un calendario especial exhibido en un lugar donde todos pasan ayuda a que nadie quede fuera. Y, a su momento, se brinda, se canta e incluso se baila cuando Mari, Cristina, María del Carmen, las más jovencitas, inician la danza karapé.

A mediados del siglo pasado, nuestro país comenzaba a entrar en la globalización cultural. Las gaseosas internacionales, de la mano de una campaña publicitaria imponente logró el réquiem de las gaseosas de cuño nacional y de paso, también el de los jugos naturales. Asimismo, comenzó el inglés a ser el idioma de enseñanza obligatoria en los colegios. Así es que a la par que las colas, el inglés era el idioma chuchi que había que estudiar, hablar e incorporarlo a la vida.

Pues bien, el inolvidable poeta, periodista, escritor, dramaturgo, José Luis Appleyard escribía en un diario una columna que oficializaba el castellano paraguayo; con la genialidad y picardía que lo caracterizan un día describió lo que ocurrió y se cantó en una serenata de cumpleaños cerca de su casa. Dice José Luis que durante un momento, los serenateros cantaron: “¡Apio verde, tujú…Apio verde, tujú…! Así, tradujo en paraguayo el “happy birthday to you” de los actualizados serenateros.

No perdamos nunca la cordialidad, las buenas relaciones, los buenos tratos. No perdamos el coraje de aportar, de participar, la erradicación de las injusticias, de la corrupción. Son desafíos antes, durante y después de la pandemia, que debemos enfrentar en solidaridad y con alegría.              

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