Escrito por: Santiago Caballero
Hace poco se celebró el Día del Trabajador Social (TS). En un principio era “Asistente Social”, pero se dejó de lado esta denominación por reducirla a un aspecto de su rol, al asistencialismo; con el nuevo nombre se abre una perspectiva más desafiante, más completa: impulsar el crecimiento de la persona, el desarrollo de las comunidades, de la nación; el asistencialismo pasa a un segundo plano, a las necesidades puntuales, urgentes cuyas soluciones son imperativas pero que no deben agotar los esfuerzos ni menos ser permanentes.
En estos días, de paso delante del
televisor, me entero que la famosa, dúctil y premiada actriz Imelda Staunton
(1956) interpretó a una trabajadora social en “Tryung”, una serie muy exitosa.
Imelda, dice en uno de los diálogos: “Trabajo Social es una profesión en la que
para nada ni nunca te aburrirás”. Resume así una dedicación siempre en
interacción con los hombres, las mujeres, los niños, de diversos estamentos,
con responsables de instituciones, públicas y privadas, donde se entrecruzan
los intereses pero en los que siempre debe el TS estar al lado de los más
débiles, de los más desprotegidos, de los dependientes, de los
carenciados.
Doy gracias a Dios que como docente
de comunicación tenga una larga experiencia con dos profesiones fuera del
ámbito estricto de la comunicación: Trabajo Social y Parvularia. En ambas, gané
mucha experiencia y me ayudaron a saber aportar en la búsqueda de una
comunicación dialógica, democrática, donde tanto los emisores como los
perceptores tengan su voz, ensayen, a su vez, tal línea comunicacional en los
diversos ámbitos sociales.
Antes de ser docente de Trabajo
Social, conocí en el Equipo Nacional de Pastoral Social de la Conferencia
Episcopal Paraguaya (CEP), por primera vez, a varias TSs. La propia Secretaría
Ejecutiva, la jefa, era una trabajadora social, la Hermana Elfride Schnell, de
las Hijas de la Caridad o Vicentinas, paraguaya, con un título muy bien logrado
en Colombia. Allí trabajé con varias trabajadoras sociales, entre ellas María
Inés Ferreira, Esmelda Romero (+), Lourdes García (+), Estela Notario y otras,
cuyos nombres no recuerdo. Sin exagerar, creo que fue un tiempo muy valioso de
la pastoral social; además de la asistencia a las comunidades ribereñas y del
interior del país, se llevaron a cabo importantes investigaciones, con el
concurso de prestigiosos cientistas, sobre la posesión de la tierra en
Paraguay, las zonas inundables de Asunción, entre otros; así también la
realización de las Semanas Sociales sobre temas candentes de la realidad y
posteriormente publicados. En Salud Pública trabajé con otra TS, Ida Caballero.
Pues bien, me encuentro con mi
cátedra de Comunicación para los futuros trabajadores sociales. Lo encaro como
una herramienta fundamental e imprescindible para sus tareas con la comunidad,
con los pobres, con los ricos, con los políticos, con los ciudadanos de toda
laya, guaraní-parlantes, karai-ñe’ẽ, etc. Pero... ojo, no se trata solo de
manejar los códigos lingüísticos correspondientes; además, es muy importante,
imprescindible, que al mismo tiempo sepan analizar los diversos contextos cuyas
incidencias facilitan o interfieren, condicionan, los mensajes, sus distintas
posibilidades. Esto es, la comunicación como parte fundamental de la cultura,
del modo de ser, de pensar y de decir de la gente.
¿Dificultades? Muchas. Te cuento sólo
la que considero principal: el enfoque de la enseñanza del castellano, de la
literatura, en la secundaria. Allí, no se enseña a pensar y a decir sino a
repetir reglas de gramática, de análisis sintáctico, etc. En síntesis, estamos
lejos de considerar el lenguaje como una fiesta, la alegría de comunicarse, de
acercarse a los otros, de compartir con ellos.
No pierdo, sin embargo, la esperanza
de que los trabajadores sociales perfeccionen sus modos de acercarse, de
entender, de servir, de convivir, con las comunidades. Entonces, su profesión
para nada les dará las ocasiones de aburrirse, como dice la TS de la serie
mencionada. Al contrario, siempre estarán dispuestos a dialogar sobre la vida, sobre
los mejores caminos para superar las injusticias, las discriminaciones, las
desigualdades.
Te hablaré de mi experiencia en
Parvularia en otra ocasión.
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