lunes, 23 de agosto de 2021

Cruzada Nacional de Alfabetización- Nicaragua Centro América

Escrito por: María del Carmen Baéz 

Bandera que ondeó en el barrio Laura Sofía Olivas Paz, en la ciudad de Ocotal (Nueva Segovia) Nicaragua, cuando fue declarado «territorio victorioso de analfabetismo» en 1980.

La Cruzada Nacional de Alfabetización, cuyo nombre oficial fue Cruzada Nacional de Alfabetización "Héroes y Mártires por la Liberación de Nicaragua" (CNA), fue la acción impulsada por el gobierno revolucionario de Nicaragua con apoyo internacional que permitió reducir el índice de analfabetismo, superior al 50 %, hasta un escaso 13 %. Esta tarea obtuvo el reconocimiento de la UNESCO en 1981.

El primer territorio declarado «libre de analfabetismo» fue Nandasmo, en el departamento de Masaya.

La Campaña Nacional de Alfabetización en español terminó oficialmente el 23 de agosto de 1980; sin embargo, el 30 de septiembre comenzó la alfabetización en inglés criollo, miskito y sumu o sumo, con el objetivo de alfabetizar a más de 16 500 nicaragüenses en la Costa Caribe de Nicaragua.

El Gobierno surgido del triunfo de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979 en Nicaragua contempló como una prioridad urgente la erradicación del analfabetismo. En aquel momento, el índice de analfabetismo en el país era superior al 50 %, uno de los mayores del continente americano.

La Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional incluyó en su programa de Gobierno la erradicación del analfabetismo como una de las metas prioritarias de su plan de acción en el sector educativo. Dicho programa decía:

Se iniciará una Cruzada Nacional de Alfabetización que movilice todos los recursos del país para lograr la total erradicación del analfabetismo.

Además, el Estatuto fundamental sobre derechos y garantías de los nicaragüenses, promulgado el 21 de agosto de 1979, declaró de interés social la alfabetización y señaló que «es responsabilidad de todos los nicaragüenses».

Estuvo inspirada en el mandato de unos de los fundadores del FSLN, Carlos Fonseca Amador, cuando dijo a quienes instruían en prácticas guerrilleras a campesinos del norte nicaragüense:

 ...y también enséñenles a leer.

La acción fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) con la concesión de la distinción Memorias de la Humanidad en el 2007. Anteriormente había recibido el reconocimiento de la Unesco en 1981 con el otorgamiento de la medalla Nadezhda Krúpskaya. A estos reconocimientos se unieron los del Premio a la Post Alfabetización, Premio al Proyecto de Alfabetización en Ciudad Sandino, el Vicariato de Bluefields.

El 23 de marzo de 1980, miles de personas de todo tipo y clase pero con el objetivo común de alfabetizar a aquellos que no sabían leer y escribir, partieron de Managua expandiéndose por todo el territorio de Nicaragua, llegando a los más recónditos lugares y ganándose los ánimos de todos aquellos que, por alguna u otra causa, se retraían de adquirir los conocimientos que le permitirían, como dice el título del disco que apoyó la campaña, «convertir la oscurana en claridad». Los motivos de las faltas de ánimo eran muy diversos, desde el miedo a lo desconocido o al «no ser capaces de aprender» hasta la creencia arraigada de que eso sólo era para «los señoritos».

La Cruzada Nacional de Alfabetización fue un gran movimiento de masas, participaron nicaragüenses de toda clase, a los que se sumaron miles de maestros mandados por Cuba y miles de cooperantes internacionales, se estima que fueron más de 60 000 los participantes. ​En un año el índice de analfabetismo quedó reducido al 12 %.2​En los barrios, aldeas y pueblos ondeaban las banderas que indicaban que aquel territorio estaba libre de analfabetismo.

La Revolución generó su propia pedagogía con su propio material didáctico y filosofía, razón por la cual posteriormente se creó una discusión sobre el contenido del material didáctico (folletos de lectura, manuales, textos, etc.) surgiendo acusaciones por parte de algunos sectores de «politizar» el aprendizaje del alfabetizado. Estas acusaciones son en cierta medida discutibles aun hoy en día. Si bien es cierto que gran parte del material contenía un fuerte contenido político-ideológico, lo cierto es que el alfabetizador no necesariamente era militante activo de él, o siquiera relacionado al Gobierno sandinista (aunque en la mayoría de los casos quizá sí), por lo que la «persuasión» política a la que el alfabetizado pudo haber estado expuesto más allá de los libros de texto generalmente resultaba mínima.

El alfabetizador se acercaba de igual a igual al alfabetizado, enseñaba y aprendía. Compartía las labores de la tierra y aprendía a sembrar y recolectar, mientras en el intercambio, enseñaba a leer y a escribir.


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