Escrito por: Lic. Santiago Caballero
Nadie duda la
importancia de la comunicación en las relaciones familiares, grupales,
nacionales e internacionales. Sin embargo no pocas veces surgen las
dificultades de diversas maneras. Te propongo una breve reflexión de la
dificultad proveniente del lenguaje cotidiano.
Fui testigo de esta
escena en mi calle. Unos obreros reparaban un caño roto subterráneo, se acerca
una señora para ofrecerles unos comestibles. “Tengo bizcochuelo”, dice la mujer. Uno le pregunta: “Bizcochuelo, qué picó es eso?” Muy
práctica, la señora le muestra el producto. Entonces el cliente dice: “¡Ah, torta!” No pocas veces los términos conspiran contra
los negocios y más aún contra el fácil entendimiento de los comunicantes. En
otros tiempos un vendedor de empanadas jamás propalaría esto: “¡Vendo ricos pasteles! Pruebe mis pasteles
de mandioca, de jamón y queso, de carne, de pollo…!” Eso sí, dirían en vez
de “pasteles” empanadas. Hoy, “pastel” ya no es sinónimo de empanada, cayó en
des-uso y se la usa para indicar algún tipo de tortas. No sé qué dice la Real
Academia de la Lengua Española, RAE, pero la verdad de la milanesa, perdón de
la torta, va por lo que acabo de describirte, más que las reales normas, se
impone el uso en cada región.
Es una delicia este
tema y sus semejantes. Resulta que hace unos años los manuales de enseñanza del
castellano eran taxativos: existe la lengua culta y, la vulgar. O sea, para
“hablar bien y escribir correctamente” debemos seguir las orientaciones de la
primera y des-hechar la segunda, en todas sus formas, in totum. Sin embargo,
hoy en el estudio de las lenguas, no solo del castellano, se toma muy en cuenta
las particularidades de los usos, de las expresiones, de las distintas
regiones. Entonces, la RAE es la primera en aceptar muchas palabras de nuestro
guaraní como, por ejemplo, yacaré ya
fue incorporada. Un detalle: en la definición solo figura que designa a un animal pero se olvidaron que
también significa, para nosotros, el o la amante que se introduce furtivamente en
los aposentos del ser querido. Acepta, igualmente, palabras de otros idiomas al
amparo de la facilidad, la comodidad de su significado; un buen ejemplo es delivery, la modalidad de entrega a
domicilio de las compras impuso la palabra inglesa y se quedó con nosotros. No olvidemos
que incluso algunas palabras que antes
eran consideradas de mal uso como toballa o vedera, hoy están aceptadas, no es
“valle” usarlas.
En fin, el otro
capítulo duro de roer para nosotros son las expresiones de uso común pero
incorrectas por alguna razón. ¿Qué paraguayo no dice “me fui en Caacupé”? O sea el “en” preposición que indica resguardo,
amparo, cubículo, nosotros lo convertimos en indicador de lugar de destino. Decimos con todo desparpajo
“Le tiró un libro por la cara” y
nunca “en la cara”, como corresponde.
O, “escribió por la pared” en vez de
“en la pared”. Un cronista de un
medio televisivo nos contaba que un señor, muy ofuscado por las faltas de su
hijo de 15 años lo castigó con una manguera a golpes “por todo el cuerpo”, o sea, además de la falta de medios educativos
dialogales del iracundo papá, también estuvo ausente la preposición en. La
inmensa mayoría de los paraguayos decimos “voy
a comprar para mi camisa” o “Juan
compró para su celular” y todos entendemos que adquiriré una camisa para
mí, no botones para la prenda y que Juan tendrá un celular, no un estuche para
el aparato tan preciado e impostergable. Sobran los para, pero todos nos
entendemos y no las encontramos demás.
“Mi
hermana es lo que viene hoy”, ”Juan lo que quiere hablarte” o sea, la
hermana o Juan pasan a ser del género neutro de ahí “lo que” en vez de “la que o quien ”. Algo parecido ocurre
con “eso lado, esto lado, aquello lado”
en vez de ese, este aquel. Le tenemos especial predilección a “todo”, así “ya comí todo”, “me bañé todo”, “leí todo”, etc. usamos el todo para
indicar que concluimos una acción concreta no que la agotamos, o sea, “comí
todo” es terminé de almorzar y no que
comí todo lo que encontré a mi paso. “Está
todo mal” es una lapidaria expresión para rechazar algo pero que contiene
algunos o varios errores, no siempre está todo
mal.
Tenemos serios
problemas con las concordancias. Así, de los sustantivos con los adjetivos. “Rico comidita” fue la expresión de una
concursante de un programa televisivo. Aplicó después la frase, literalmente, a
un negocio de comidas y tan campante la imprecisión lingüística la llevó a la
fama más allá de su valle. Cuando pregunto a la clase dónde está el error,
invariablemente me dicen “porque suena
mal”. O sea, no pasamos por el análisis del género y el número del
sustantivo con el que tiene que concordar el adjetivo que lo acompaña. Las
concordancias verbales son también para nosotros huesos duros de roer sobre las
que hay que insistir muchas veces. Pero, siempre me llama la atención el uso y
abuso del gerundio. Los cronistas y conductores de la radio y la televisión
repiten hasta el cansancio “estaremos informando”, “estaremos actualizando”,
“este programa está siendo presentado….Los políticos no se quedan atrás:
”estamos programando la solución posible…”, “nos estamos reuniendo para buscar
una respuesta…”, “estamos esperando el momento propicio…” Los manuales de
estilo siempre aconsejan el menor uso posible del gerundio; pero muy al
contrario, el gerundio es nuestro predilecto en el lenguaje cotidiano y en los
relatos periodísticos y políticos.
En fin, en estos tiempos en
que los usos y modismos locales son aceptados estamos ante las posibilidades de
fomentar la buena comunicación, oral y escrita, con mayor libertad, con el
cometido de entendernos mejor, de forma más sencilla y directa. Convengamos
también que la gran fuente de tal mejoría va a ser siempre la lectura, de
libros, de ensayos, que hoy mediante la tecnología se nos volvió más a mano.
Las nuevas generaciones tienen en el internet el gran aliado para progresar en
la comunicación, para conocer más gracias a la lectura para así progresar en la
comunicación verbal y escrita. Y, no olvides que te esperamos en la Biblioteca
y Archivo Central del Congreso de la Nación.