Escrito por: Santiago Caballero
En Asunción, los frutos de los mangos se esparcen por las
calles y en cada puesto de basura siempre hay una bolsa llena de esas frutas.
En otro período, sucede lo mismo con los apepús, fruta cuyos beneficios la
inmensa mayoría desconoce y no pocos la desprecian por ser “inferior” a la
naranja o a la mandarina. Con ambos frutos, hay otros, tenemos dos claros
ejemplos de que algo funciona mal en el cuidado que debemos dispensar a los
árboles frutales, a los beneficios para la mejor nutrición, a la práctica del aprovechamiento
de lo que la naturaleza nos da gratuitamente.
El 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la
Alimentación. Lo estableció La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación (FAO). Se propone que en este día anualmente tomemos
conciencia, todos los habitantes del planeta, del problema alimentario mundial
y busquemos establecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la
desnutrición y la pobreza.
Para sopesar, la gravedad del tema, la FAO nos recuerda, por ejemplo, que cada año se produce el doble de los alimentos necesarios para los 7.300 millones habitantes de la tierra pero, atención, 793 millones pasan hambre. Fijémonos bien en estos “detalles”: el alimento producido pero no consumido o sea que no llegó, por algún motivo, a la mesa de algunos, es literalmente tirado a la basura. Mientras, y en segundo lugar, una ingente cantidad de humanos pasa hambre, con lo cual vive mal, morirá mucho antes de lo que pudiera vivir, está expuesto a cientos de enfermedades, no podrá llevar una vida medianamente digna, dichosa, ni valerse para sí mismos, para su familia, para su país.En este contexto, aterricemos de nuevo en las calles de Asunción. Los mangos se tiran, los coches los descuartizan al pasar. Este fruto des-echado, sin embargo, es rico en aminoácidos, en Vitaminas C y E, en calcio, en hierro, en magnesio, en potasio; es anticancerígeno, mejora la visión, la digestión, la memoria; es digestivo, cuida la piel, protege de la anemia. Paro, porque sospecho que no me creen del todo. Una vez en una clase dije que yo tomaba jugo de mango con leche como desayuno. Un alumno me dijo: “Profe, ¿usted está loco?”.
Así es. También en la alimentación tenemos serias taras
mentales y prácticas que nos impiden, prohíben, aprovechar lo que está al alcance
de nuestras manos para mejorar nuestra nutrición, nuestra alimentación.
Nuestros abuelos y abuelas tenían sus reservas y posiblemente basados en las
experiencias nos legaron costumbres equivocadas, prácticas que perjudican el
mejor aprovechamiento de lo que nos ofrece la naturaleza. El mango es un buen
ejemplo.
No te vas a morir por tomar jugo de mango con leche, tampoco te va a empachar si lo tomas moderadamente. En fin, porfa, consumí mango, no lo tires a la basura, si podes, lo congelas y lo tomas bien helado, pura sabrosura!. Por favor no dejes pasar una oportunidad de mejorar tu nutrición y la de tus hijos con una fruta que encontrás en la calle, a la vuelta de la esquina, gratis.
¿Y el apepú? Bien, gracias. Hablaremos en la próxima pues
llega mi hora de la merienda con los sabrosos mangos que me esperan en la heladera.
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